La necesidad de hacer llegar este documento a los compañeros tiene que ver con una preocupación que venimos observando desde hace un tiempo, que es el papel de la cultura como elemento de lucha. Desde hace muchos años que luchamos por la cultura en la sociedad y vemos con bastante preocupación el papel que hoy tiene. Creemos que es la ‘’convidada de piedra” en este proceso, nos gustaría dar una opinión, y que sea el disparador para un profundo debate sobre el verdadero rol que debe jugar la cultura.
Pensamos que debemos aprender del sentido profundo que se le debe dar a la cultura como creación popular, como elemento de combate contra la ignorancia y los vicios a que somete el poder al pueblo.
Es una antigua práctica de nuestros países, no distintos a otros pueblos del mundo, el que sus intelectuales y artistas no se reduzcan al papel de portadores pasivos y acríticos de las tradiciones sino que se hagan responsables de la continuidad de una conciencia, que sin postular el aislamiento de sus fronteras, intente identificar lo que distingue de nuestra personalidad nacional y latinoamericanista para hacer su defensa y basar en ello la propaganda del necesario cambio social.
La Argentina de este final de siglo no nos satisface, y como sujetos conscientes de la historia, aspiramos a cambiarlo en beneficio de las grandes mayorías y por un imperativo de conciencia ética y a la vez estética.
Rechazamos el criterio de mercado elevado al sitial de Dios supremo. De él solo cabe esperar una acentuación de los rasgos que caracterizan a la cultura imperante y que no podemos sino rechazar con disgusto y molestias. Al hablar de cultura, tenemos que situarnos en el terreno amplio de la conciencia de la institucionalidad cultural y de los derechos de la mayoría.
Desde las diferentes dictaduras de América Latina se vive una regresión en la conciencia de la gente. Este fue uno de los objetivos de las dictaduras en los diferentes países y para lograrlo se valieron desde el exterminio físico, el exilio y la censura, hasta la implementación del mecanismo de dominación ideológica que tendían a interrumpir la continuidad de las conciencias y relegar al pasado el sentido de identidad nacional.
El signo distintivo del modelo neoliberal, la ”globalización” y la ‘’mundialización’’ que se nos impone no es otro que el sometimiento de todos los habitantes del planeta a un modelo único vaciado desde los centros del poder con el apoyo de los instrumentos de la revolución científico técnica el monopolio de gigantescos medios de comunicación y la consagración de criterios de mercado como medidas de todo los valores incluido los estéticos y moral.
El estado se desentiende de sus deberes en todos los terrenos y un ejemplo de ello es la ausencia de toda política que posibilite al menos una alternativa a la vorágine de su tarea de destrucción de la identidad nacional y popular, la política cultural del estado actual es plenamente funcional a los objetivos neoliberales.
Este sistema de acumulación astronómica de las riquezas y medios de comunicaciones en pocas manos es la norma dominante del mundo contemporáneo, esto es el neoliberalismo, que pretende negar a las personas el derecho a ser personas promoviendo el ser consumidor cliente fomentando el individualismo, en lugar del ser ciudadano que busca la organización social.
Frente a esto, la cultura se debe levantar por las reivindicaciones del ser humano, por la felicidad y la liberación de la humanidad, es decir, luchar por nuestras raíces culturales, sociales y políticas. En este contexto entendemos a la cultura como un vehículo de expresión de ideología, de desarrollo y toma de conciencia, de interpelación política, de asimilación de valores éticos a favor de los derechos humanos.
En la actual etapa histórica de nuestros países la cultura se debe convertir en un agente de transformación y desarrollo de la conciencia. Esta transformación tiene que empezar por un proceso individual para llegar a transformarse en colectiva.
Investigaciones muestran que una de las principales causas de las enfermedades psicológicas es el estado de aislamiento y soledad en que se siente la mayoría de la gente, cuestión que incide en su autovaloración y en su posicionamiento social en el sistema.
El lenguaje artístico, la inteligencia emocional y el dominio de lo cotidiano, son aspectos importantes a desarrollar en una plataforma de cultura, como también una respuesta latinoamericana de resistencia al modelo neoliberal, en el cual juega un papel fundamental la preservación y el respeto de las culturas de los pueblos originarios, entendiendo nuestro estado como multirracial y multiétnico.
Para esto es necesario un trabajo sistemático y en todos los planos de acción donde la cultura se transforme en política y la política se transforme en cultura.
Apostamos a un trabajo cultural de base que apunte a un avance con presencia y liderazgo sin sectarismo.
Se necesita articular lo que existe y hacer que exista lo que sea necesario que exista con el propósito de crear conciencia de intervenir en la subjetividad de la gente a favor de los cambios.
En este marco proponemos la creación de un movimiento cultural democrático, que es esta propuesta, decir que los artistas comprometidos con una nueva alternativa cultural, ocupen el espacio político de creación que les corresponde, es decir, comprometidos a la suerte y la lucha de los pueblos. Estos deberán generar redes y articulaciones con sus pares para que de sus propios gremios o sectores vayan generando debates discusiones y rupturas que les permitan avanzar en un proceso ascendente en las acumulaciones de artistas comprometidos con el antisistema.
Queremos tomar como ejemplo lo que planteaba un gran dirigente obrero y su lucha por las ideas, por la inteligencia y por la cultura, que se llamo Luis Emilio Recabarren fundador del Partido Comunista de Chile, él decía “el socialismo significa armar al pueblo de inteligencia para que sepa conquistar la felicidad’’.
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